La Escuela de Tejidos de punto fue fundada en 1922 por la Mancomunidad de Cataluña. El conjunto está formado por dos edificios: la escuela, reformada de 1933 realizada por Joan Rubió i Bellver sobre un edificio anterior, y la antigua nave industrial de la fábrica Floris-Busquets, edificio novecentista de 1915, obra de Pere Domènech Roura.

El Ayuntamiento de Canet de Mar (Barcelona) fue el único que se ofreció a cumplir las condiciones que señalaban las bases del concurso, indicando que la especialidad que escogía era la del tejido de punto. En sesión de marzo de 1918 se declaró cerrado el concurso y el ofrecimiento la la villa de Canet de Mar pasó a Informe de la dirección de Instrucción Pública de la Mancomunidad. Concedió por tanto la Escuela Local de Industrias en la especialización mencionada en la villa de Canet, según comunicación núm. 105 del 26 de abril de 1918, firmada por el director de Instrucción Pública, Eugeni d'Ors. El ayuntamiento, en cumplimiento de las condiciones adquirió un local para el establecimiento de la Escuela y lo cedió a la Mancomunidad en fecha 30 de marzo de 1920. En la organización de la Escuela y preparación de sus planes de trabajo intervino además de Eugeni d'Ors, Rafael Campalans. El 19 de noviembre de 1922 fue inaugurada por Josep Puig i Cadafalch, presidente de la Mancomunidad, y fue creado el primer patronato presidido por el diputado y fabricante Josep Colomer Volart .
Actualmente, la Escuela de Tejidos de Canet de Mar continúa impartiendo formación textil.

En 2006 se firmó un protocolo de reconversión de la Escuela Universitaria en el centro de investigación innovación y transferencia tecnológica suscrito por la Diputación y los Ayuntamientos de Canet de Mar y Mataró.

                                                                          antecedentes

La Escuela de Tejidos nació en 1922 de la voluntad del catalanismo político de influir sobre la formación profesional técnica, y a partir del empuje local de este catalanismo, personalizado en la figura de José Fors.

La primera etapa de la Escuela no tuvo éxito debido, entre otros, de la oposición de buena parte de los industriales locales y de la comarca. Sin embargo, la experiencia del primer intento hizo que, en 1930, los impulsores y algunos industriales propusieran la creación de un Patronato en el que estuvieran representados el Ayuntamiento y los industriales.

Los promotores supieron darle el impulso definitivo gracias a la creación y papel del Patronato, al acierto en la selección del profesorado y especialmente de su director Paul Emile Müller, a la dotación de medios por parte de la Generalidad de Cataluña y también al acierto propagandístico.